miércoles, 1 de octubre de 2008

Trastornos de Ansiedad

La ANSIEDAD debe entenderse como una emoción básica del organismo que constituye una reacción adaptativa ante una situación de tensión, peligro o amenaza. Se manifiesta como una actividad predominante del sistema nervioso simpático que permite afrontar al sujeto situaciones de riesgo. Sin embargo, cuando la reacción es excesiva carece de eficacia adaptativa y es necesario pensar en la presencia de patología. La ansiedad patológica se presenta en diferentes trastornos psiquiátricos (afectivos, psicóticos, tóxicos) y médicos, siendo imprescindible un buen diagnóstico diferencial basado en la historia, exploración y pruebas complementarias. Cuando la ansiedad se trasforma en el centro del cuadro podemos hablar de síndromes o trastornos ansiosos específicos: trastorno de ansiedad generalizada y trastorno de angustia o ataques de pánico.



I. CLÍNICA

Los signos y síntomas son comunes para todos los trastornos:

A) Tensión motora. El paciente se muestra tembloroso, inquieto, sujeto a continuos sobresaltos, con sacudidas musculares, a veces mialgias y cefaleas, la cara tensa, el ceño fruncido y un aumento de actividad sin meta que puede acabar en agitación psicomotriz o total inhibición.

B) Hiperactividad autónoma. Como consecuencia de ello aparecen múltiples síntomas somáticos como palpitaciones, dolores precordiales, hiperventilación, sensación de ahogo, debilidad, sudoración profusa, naúseas y vómitos, diarrea, micción imperiosa, parestesias, escalofríos, etc.

C) Expectación aprensiva. Es común una preocupación por el futuro tanto del paciente como de sus allegados, destacando sobre todo lo referente a su salud.

D) Actitud de vigilancia y escrutinio. El paciente suele estar irritable, le cuesta mantener la atención y concentrarse. Está en estado de hipervigilia por lo que puede presentar insomnio de conciliación y mantenimiento.



II. TRATAMIENTOS

El primer paso, tras el diagnóstico, será decidir si el tratamiento consistirá básicamente en medicamentos, en psicoterapia, en terapia de conducta o en una combinación de varios sistemas terapéuticos.

- Tratamientos farmacológicos: Los fármacos destinados al tratamiento de la ansiedad se llaman ansiolíticos. Se trata de sustancias depresoras del sistema nervioso central, con propiedades ansiolíticas a dosis relativamente bajas y con efectos sedativos-hipnóticos a dosis altas. Otras propiedades comunes a este grupo son la relajación muscular y la acción anticonvulsionante. Su utilización continuada puede producir dependencia y conlleva el riesgo de aparición de un fenómeno de rebote al suspender el tratamiento. El empleo a largo plazo sólo está justificado en un subgrupo de pacientes ansiosos crónicos. Pero incluso en estos casos, se debe reevaluar el tratamiento a intervalos regulares y siempre teniendo en cuenta la posibilidad de aplicar terapias no farmacológicas. Por otro lado, los fármacos antidepresivos juegan un papel importante en el tratamiento de los trastornos de angustia. Su eficacia está documentada para el trastorno mixto depresivo-ansioso para el trastorno de pánico. En los últimos cinco años, los medicamentos antidepresivos preferidos son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina.



III. PSICOTERAPIA: Existen diferentes modalidades

La psicoterapia de apoyo constituye una modalidad muy efectiva en el tratamiento de los trastornos de angustia, sobre todo en pacientes agudos. Crea una atmósfera favorable para que el paciente pueda expresar sus problemas y mostrar sus emociones sin temor a la desaprobación. Después se define el problema y se adopta un plan de cambio del estilo de vida de la persona de manera que se supere la situación anterior.

Las psicoterapias dinámicas suponen que la conducta está determinada por las realidades presentes y por la experiencia pasada. Rememorando el problema original, uno puede "darle salida" psicológica de manera que la ansiedad desaparece con él. La terapia de conducta se basa en el principio de que las respuestas fóbicas, como muchos otros comportamientos, son aprendidas y el objetivo del tratamiento es desaprender esa conducta y reaprender una nueva.

Las técnicas de relajación para el alivio temporal de la sintomatología ansiosa. Una es la relajación muscular en la que se aprende a transmitir mensajes de calma a los husos musculares. Otra es la auto relajación concentrativa. Se pide al sujeto que "visualice" una parte de su cuerpo manteniendo la concentración durante un tiempo, con lo cual se induce a la modificación del estado global de la persona.

El enfoque cognitivo propone que los trastornos de ansiedad son fruto de cogniciones (pensamientos e interpretaciones de la realidad) erróneas. El tratamiento cognitivo se centra en el aislamiento de esas cogniciones y en la introducción de pensamientos positivos y realistas en el círculo de cognición errónea. A veces, se combina con técnicas propias de la terapia de conducta para favorecer nuevos aprendizajes.

El mejor tratamiento es, muchas veces, una combinación de fármacos y de psicoterapia, a los que incluso se pueden añadir algunas técnicas de apoyo. Lo importante es hacer un buen diagnóstico para después seleccionar el tratamiento más adecuado.




IV. EL MIEDO CON OBJETO Y SIN OBJETO

El miedo es una reacción normal cuando nos enfrentamos a una amenaza exterior real ( un incendio, un accidente, un examen, una prueba de selección de personal, una enfermedad grave, una sentencia judicial, etc.). El cuerpo se tensa y podemos sentir una sensación de opresión en el pecho, sudar, tener palpitaciones o otros síntomas físicos que desaparecen cuando desaparece también la causa que los ha provocado. El miedo en este caso es una emoción normal ante un objeto que lo provoca . En general no paraliza al ser humano, no lo limita no lo anula, ni lo hace incapaz para desarrollar algunas tareas .Lo que realmente hace es preparar al organismo para la lucha o la huída. Su resultado es igual a la suma algebraica de la intensidad del estímulo y de la percepción del sujeto sometido al mismo .Si este resultado es negativo se necesita la presencia de un /a Psicologo/a Cognitivo conductual.

Es una enfermedad o trastorno mental cuando no se puede identificar la existencia de un peligro real y de repente sentimos un miedo intenso junto con palpitaciones, sudores, temblores, sensación de ahogo, dolor en el pecho, sensación de mareo, ascos y molestias de estómago, sensación de perder el control de uno mismo, impresión de encontrarse en un mundo irreal, escalofríos o sofocos, con miedo a morir o volverse loco. Estos síntomas hacen que a menudo nos acerquemos a un Servicio de Urgencias, donde nos exploran y nos hacen pruebas diversas que resultan normales y donde nos dicen que hemos tenido una crisis de angustia, ataque de ansiedad o un ataque de pánico , términos que significan lo mismo. Es un miedo sin objeto.

El concepto de miedo es definido de la siguiente forma en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (s/v): " (Del latín metus) Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que desea. El grande o excesivo. Insuperable. El que, imponiéndose a la voluntad de uno, con amenaza de un mal igual o mayor, le impulsa a ejecutar un delito; es circunstancia eximente de responsabilidad criminal".

Partiendo de esta definición, de la cual podemos extraer que el miedo modifica nuestra forma de estar sobremanera, ya sea por algo interior o exterior, real o ficcional, acudimos al Diccionario Oxford de la Mente, el cual argumenta que las causas principales del miedo serían la exposición a una estimulación traumática, la exposición repetida a una exposición subtraumática (sensibilización), la observación directa o indirecta de personas que muestran miedo y la recepción de información que lo provoca.

Habría cuatro componentes básicos de los que consta el miedo: la experiencia subjetiva de temor, los cambios fisiológicos, las expresiones directamente observables de miedo y los intentos de evitar ciertas situaciones o escapar de ellas.

Hay muchos tipos de miedo, por ejemplo, el miedo neurótico. También los miedos agudos, provocados por estímulos o situaciones tangibles y que se disipan con facilidad cuando se retira o evita el estímulo que los ha suscitado; frente a los miedos crónicos, que son más complejos y pueden estar o no ligados a un origen tangible que los provoque.

Las consecuencias del miedo pueden ser muy diversas, pero una exposición repetida a los estímulos que causan miedo puede provocar cambios duraderos en la conducta, los sentimientos y el funcionamiento psicofisiológico de las personas.

Se plantean posibles soluciones para corregir los miedos, entre ellas los métodos psicológicos, que se pueden dividir en los que intentan reducir el miedo directamente y los que tratan de modificar sus supuestas causas subyacentes.

El miedo es un concepto que puede relacionarse con otros términos del mismo campo, sobre todo en lo referente al género cinematográfico que vamos a tratar. Uno de los más cercanos y a menudo difícil de separar es el de ansiedad. Esta se define por el Diccionario de la Real Academia como "un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo, una angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis y que no permite sosiego de los enfermos". La principal diferencia entre el miedo y la ansiedad sería que el primero se refiere a sentimientos de temor sobre peligros de carácter tangible, que se vinculan a aspectos específicos del mundo exterior, mientras que la segunda se relaciona con sentimientos de temor difíciles de vincular a fuentes tangibles de estimulación; sus orígenes son inciertos. La ansiedad se siente siempre y cuando las respuestas producidas ante una señal de peligro sean ineficaces, y se mezcla a menudo con el miedo.

Por otro lado, decimos que el miedo que hace referencia al peligro real de una forma más o menos específica, pero desproporcionada, es una fobia. Las personas fóbicas se dividen en aquellos que responden con un miedo extraordinariamente intenso a una situación específica y los que manifiestan un miedo extraordinariamente intenso en numerosas situaciones que a menudo son difíciles de especificar. Cuando una persona está muy asustada de algo que no produce especial miedo a los demás, es porque el objeto o la situación en cuestión ha quedado asociado en su mente con algún temor infantil; también se da el caso de que el objeto o la situación temidos se han convertido en el símbolo de algo temido inconscientemente.

Por otra parte, debemos hacer alusión al término terror, que sería el miedo específico a que ocurra algún acontecimiento o acción nefastos. Lo distinguimos del horror, ya que este implica algo repugnante y negativo, mientras que el terror, no. Se encuentra en la categoría de respuestas instintivas que los seres humanos comparten con la mayoría de los animales y el miedo a la violencia infligida al cuerpo se encuentra en la base del proceso de terror. Debemos destacar que la mayor parte de los seres humanos parecen disfrutar de la sensación de terror en condiciones no extremas, y uno de los ejemplos más cercanos son las películas de miedo, las cuales son objeto de nuestro estudio.



Por último, debemos relacionar algunos términos ya no con el miedo en abstracto, sino con el provocado en el cine. Así, el concepto de susto y de sobresalto está muy unido al miedo en el cine. El primero se define como una impresión repentina causada en el ánimo por sorpresa, miedo, espanto o pavor; una preocupación vehemente por alguna adversidad o daño que se teme. Un sobresalto sería la sensación que proviene de un acontecimiento repentino e imprevisto, un temor o susto repentino. El pánico sería el miedo grande o el temor muy intenso. Los psicólogos aseguran que la tensión de alerta causada por el miedo es necesaria para vivir, sirve para superar los peligros reales y, además nos ayuda a defendernos de nuestra angustia.

La noción de peligro forma parte de nuestra vida y habla de nuestro grado de socialización. A partir de los quince meses, al niño se le empieza a imponer una serie de límites y tabúes en pro de su seguridad. A fuerza de un ¡no! Aprende, por ejemplo, que no debe tocar las cosas calientes. El miedo a lo que pueda ocurrir funciona entonces como previsor y sistema de alarma ante los peligros reales y justificados.

Después de años de estudio, los psicólogos han llegado a la conclusión de que no es tan sencillo asociar un determinado estímulo con una sensación de miedo concreta como proponía Watson, porque es la experiencia de cada persona la que determina si va a sentir terror o no.

Cuando el miedo es tan intenso que nos impide llevar una vida normal, entonces se vislumbra un problema llamado fobia.

· El miedo que se experimenta es objetivo, está perfectamente justificado y nos protege de una serie de peligros.
· La fobia suele manifestarse cuando experimentamos obsesión ante objetos, situaciones, o incluso sensaciones que la persona reconoce como absurdas e injustificadas, pero que, sin embargo, no puede enfrentar.


La teoría del temor preparado de Martín Seligman sostiene que es más fácil aprender unos temores que otros. Seligman cree que estamos preparados por la evolución para desarrollar con facilidad temores a ciertos estímulos, como serpientes y arañas. Aunque es más probable que otros objetos comunes causen dolor o daño (como un martillo, un ventilador eléctrico, un enchufe, etc.), es menos probable que se desarrollen fobias por esos objetos que por las arañas o serpientes.
El porque de esto, según Seligman estos estímulos representaban peligros en los inicios de la historia humana. Por medio de la selección natural, se han vuelto estímulos condicionados muy efectivos.